martes, 27 de septiembre de 2011

Resoluciones populares

Tocar, sentir, los párpados cayendo pálidos en desmesura, como atraídos por fuerza escondida que todo lo amansa, acabando con la ansiedad al sumir lo absurdo en un sueño. Oír y decir palabras vacías anudándose a una causa que sin ser perdida poco a poco se desvanece. Volver a reaccionar desde los entresijos del miedo, del saberse virtuoso de castigo divino próximo y dejar de hacer lo obligado para sentirse uno mismo

Las ventanas vuelven a ser conciencia del encierro de quien no le atan ni custodian, pero actúa como miles de cadenas le impidiesen el vuelo. Pájaros del desaliento
En mitad del clamor, del revuelo y del poner el grito propio sobre el de los demás, las penas que no se crispan, a su son de aparezco y me esfumo entre distraídos discurrir del tiempo en un coche

Cuando lo cierto es la incoherencia de calibrar, recapacitar, reintentar para nada, las horas prontas en las que la ansiedad aprieta se convierten en felpudos en los que la espera parece una eternidad; platos sin forma ni gracia para servir más comida


Lengua enroscando infinito ser
Para no enrolarme en sonidos de hiedra
Anidar repletas vitrinas, sombreros de mala paja
Supurar resquemores de batallas de sábado
Y en cuando en cuando pechos deshaciéndose
resbalándote desdeñosos entre puerto y casa:
desordenados compases asemejándose a un río
sobando rocas tan resbaladizas de verdín
y cosiendo ese andar lúgubre de animal abatido.
A unos pasos nimios, un batir de alas
el morir como sereno discurrir de una orilla
como la inapreciable aprehensión del aire
o el rocoso sentir de una pluma
Párpados que duelen como el amarillo del norte
se entrecierran con placidez de una barca
en un día calmo con ceñir de sirena,
oliendo a tormenta de verano
Sentir que se aprisiona, tal es la savia en un tronco
en pupilas que se cruzan sin inmutarse
en hierática algarabía del que miente
en abyecto patetismo del indolente
en gritos sin más motivo que gritar
Hebras sedosas para cargar cristales
y un no pestañear de ponientes que impone
Zancada atrás,
Contragolpe,
Valorar las mermas,
Y cuando se acerca el seco dulzor del pino
se reabren al sueño de mi ombligo
los días de bici y heridas
de larga caña
embarrando, enmarañando el nudo
amansando secuoyas como fantasmas,
derribadas en monótono roce de aleluyas
inerte claraboya alejándose…
A veces hay que ser costalero de uno mismo
caminar con el corazón en la mano
un secor pantanoso cerrando el atajo
requerir sin respuesta un blandir del irresoluto
alentando con temblor de pedrada
aspirar repetido de sentir de carcoma,
oler la madera muerta,
sucumbir un poco, y continuar

A veces la vida es como intentar recordar una palabra que sabemos encaja en un crucigrama y no encontrarla; y resarcirse sabiendo que no la encontrarás con el sencillo placer de la búsqueda; y sufrir, asimismo, por exactamente el mismo motivo