jueves, 29 de marzo de 2012

Creer para ver

Hace poco, entre que hacía tiempo para ponerme camino de la cama, tuve un sueño de esos particulares, que te dejan al recordarlos pensando en sus posibles significados durante un rato y que son certeza de que te has quedado dormida en algún momento, aunque no lo tuvieras muy claro… esos estados de letargo que uno consigue en posturas nada naturales en el sofá. La cosa es que alcanzo a recordar caminos enrevesados por los que tenía que transitar, uno detrás de otro, a veces con desvíos que debía coger; algunos eran sólo de ida y en otros era obligada la vuelta; unos eran ciertos y otros causaban poco menos de confusión (estos últimos eran del tipo ida y vuelta), lo cual se traducía en no encontrar el camino de vuelta, aunque sabía que no había ninguna clase de peligro en aquello, pero el hecho de no saber hacia dónde tirar resultaba como poco desconcertante

Supongo que estos sueños te dejan pensando porque la vida no es más que un laberinto con un montón de pistas para hacer de guía y muchas bifurcaciones, con lo que a pesar de las pistas también hay bastantes posibilidades de no atinar con lo correcto en algún punto

Hay espacios de tiempo en que levantarse se hace tan duro como abrir y cerrar a diario esa ventana de bordes oxidados, que aunque se arregle parece presentir la humedad del naufragio. Entrever a través de una persiana, sabiendo además que estás entreviendo; son fases que supongo hay que pasar para reencontrar ese punto en alguna parte de uno mismo en que queda constancia de lo que uno quiere, cambiante, eso sí, conforme para el tiempo, cambia el tiempo y cambia uno de color

Hay cosas que no se alteran, aunque nos gustaría que sí lo hicieran, o nos creamos o queramos creer que ya lo han hecho. Lo primero es asumir que el cambio cuesta, no sobra con voluntad sino que requiere de facilitadores que a veces están y a veces hay que esperarlos; así es que fundamental la paciencia y como saldo el creernos por encima de las circunstancias; y empezar a ser un poco humildes, que no por andar por ahí diciendo que uno es un fuera de serie se llega a serlo

Para bien o para mal uno no puede mudarse de sí mismo