jueves, 22 de agosto de 2013

¿Cuándo Subía la Marea?

Resonar no lejano de iglesia
en casa,
aproximación a uno;
A ver qué aguantó esta mano,
desvistiendo pequeña conmoción
y sin arrepentimiento querer olvidar...
Sonrisa,
Te doy y a la vez usurpo
Ojos que observan
Te quito más
Palmadita en la espalda
En esa que se va rompiendo…




Queda sólo esperar, a veces a ver qué pasa con ese lado oscuro que florece pero en el tiesto equivocado, en la rama quebrada, inerme y exhausta ha crecido el fruto de la discordia como ajusticiado suspendido sin el “honor” del clamor de un público.
Construcción a la deriva.
Y me acuerdo de todo, de lo bueno y de lo no tan bueno. Hay muchos grandes momentos, muchos detalles, muchas miradas, parques, noches, coches, llaves… Son certezas, seguridades de lo que fue chocando brutalmente contra el vacío de lo incierto.

jueves, 4 de julio de 2013

Al fondo a la derecha

Curiosos ajusticiados sin cadenas, piel de avezadas manos,
quejidos de animal magullado.
Inalienable el paso, la vida y una vaga creencia en el más allá.
en un no existir los días contados, contantes, sonantes de mal agüero
letanía ora pro nobis por sustentoqué fieles son los que aceptan fierezas por alivio
o se abstraen un rato en su vanidad, ocaso en tal idilio…


pies santos, delicada envoltura, dulce arraigo y otra rosa más de esas con espinas que hieren sin entender todavía que ha pasado,

sin alcanzar cómo alcanzo de esta manera brutal a veces
sin pretensiones ya sortear con creces
las peripecias del vacío en que te ciernes, vacío,
arena como de incendio entre aullidos;
luces fuera, que está a punto de acabarse lo que era,
y a baldear de restos, y a dirimir propio y extraño
en el escalón triunfal de una escalera.
Callar, o hablar de más

sábado, 9 de marzo de 2013

Érase una Vez


Errante como un delito sin condena
de un limbo a otro, como árida tierra coronada de espinas,
o germen de sospecha rasgando el tiempo.
Y me sigo dando cuenta de casi todo.
Siento ese sol de invierno derretir la escarcha que se acumula por los rincones;
con cada cristal efímero una laceración
que es pregunta y solución
es en la negación congruente delirio.
¿Aduana quebrada? Aún espero que no.

Tienen los días de hastío un algo peculiar
cebados de irónico desaire, pierden peso;
álgido, tal es el viento desconocido,
o desacostumbrado.
Cuarteada piel de un abismo venidero,
pleno edulcorado imaginario de unos brazos
¿o eran abrazos?
Deleitosas tardes de imperfección premeditada
bagatelas que no arreglan…
Un guiño caldeando la voluntad, en un instante;
Puede que en otra vida aquello fuera más que el preludio
de algo importante,
digno de ser contado;
algunas conjunciones cósmicas son más bellas que otras.


Un fulgor que en un instante
la verdad desmortajada revela
encuerada piel de luna
intrincada intriga que es la entrega.

Cabrearse o crecerse
mar de tormenta, tan bello
que no puedo dejar de mirarlo, ahora
no puedo dejar de perderlo.

Gran momento en que el día agonizante
crepita ajeno al ineludible pasar del tiempo;
en la sazón siento y reinvento
cándido bosquejo de la dicha.

Fatalidad e ingenio, otra extraña pareja con la que hay que convivir.

jueves, 10 de enero de 2013

Lo mejor de mí

Dejarse encauzar a ojos cerrados de una mano que no estire,
que no duela y que no vaya a marcharse,
al que no anhele afufar soñando despierta;
eso estaría bien...

No sé si si merece la reputación de coraje
cuando la disyuntiva goza de una sola alternativa;
así sea, que por una vez que no sea nocivo,
ni mal visto, ni un error ser impaciente.
Valerme de mi armero de antiguallas,
traficar sin reparos y alta presunción,
por una vez;

ver pasar oleada de rayas de carretera
sabiéndolas desfilar tan jactanciosas
como si se percatasen de su inimitabilidad…
Una y otra, otra más como las ya jugadas
las puedo ver allí delante, rancias antes de llegar.

Advirtiendo la eventualidad de otro rito
desclavar la provisional hilada del seno del error,
condescender solaz futilidad imperecedera...
Eso sí que estaría bien.