martes, 16 de febrero de 2016

Como los Pespuntes

Los codos pesan
y ya ni escribo
sólo fluyo, ahora dentro, ahora entre dentro...;
Y te has ido…
se ha venido en un desliz
Y con ella ese desvelo de íntimo reparo
gabán de alegrías efímeras,
sobreviniendo al tiempo.
Tiempo en que te miro largarte,
curioseando el camino abierto
de ponerle la espalda a la ventisca
para guardarme los ojos de verte;
que ahora echan flores entre las ganas de ti,
de que seas o hubieras sido
dejarme abanicar tu olor con mis pestañas.
Rítmicas,
sensualidad descuidada,
lucidez apagada, que me llega tu voz...
Me he rendido
a ese grabado de pieles
y un montón de huellas anegando;
y aún respiro.

Retengo también un volcán en el que me hago en sacrificio vírgenes acontecidas y perezas condescendientes. Donde no tiraré ni una fragua donde desfogar iras ni mucho menos mis espadas, ni las chispas de golpearme duro donde menos duele.

Hay un camino que huele a incienso en el que no pienso más que en encontrarte y en el que no pienso encontrarme; para seguir con los dedos hasta arriba de fango, hierba y cosas dulces que sólo se paladean cuando se está perdido, cuando una se arroja a la vía a media noche sin más tren al que subirse que algún sueño, y dormita hasta que vence el día.

Así se siente una vela cuando se desnuda hacia su muerte, últimos granos de arena de un reloj de playa, arrojados al vacío sin ese aire que igual gesta dunas que destapa verdades;  así me miran las nubes de llover cuando custodian un sol tan pálido que no se atreven de tanto amansar la calma.

Hay espejos demasiado pequeños para que se distingan
cosas de tan inmensa belleza.


jueves, 11 de febrero de 2016

Barriendo para Casa

Revivirse en las penas desde palabras que huelen a miedo,
es el miedo brotando duda;
y más dudas pronunciadas desde el miedo;
es lo que tiene materializar en palabras...

Peligros de la vencida de un eco velado,
Revelado en vestigio del amor que sin latidos…

Vastos como una noche sin censura.
que se tanto perder hay quien se enloquece,
si es locura manejar un río con los dedos,
amando cada recoveco de humedades movedizas.
eso es una locura de idílicos imaginarios
en los que uno verse cómo es
y jactarse de lo que nunca sería.

Que no me queda otra que dejarte caer,
aceptar que el viento estalló por sorpresa
faltó el agarre, ganas de solerte y nubes, 
y aire que te las llevase.
Quedamos a solas una vez más,
dando menos allá de lo que uno podría ser...

He fabricado jaulas ingeniosas,
habitaciones llenas de trampas,
nuevos vientos de poniente
capaces de arrasar inermes forajidos,
maldito inaudible, que no quede pensamiento infiel,
ni una huella en mi caja de cargar hacia el vacío,
Los días sin luz me deviene un echar de menos
que un día se ocupó en echarte de más,

Por esas personas que generan esa tendencia sin saberlo
de mantenerme el cuerpo unido a la existencia
y los ojos abanicando mi marcha, 
tentando a la verdad que es
atentar contra el destino.