viernes, 26 de septiembre de 2014

En la Sala de Esperar

Adormilarse con los puesto en ese mismo instante en que la otra opción es apegarse al glutinoso  revenir del futuro señalado, adoquinado perfecto y línea recta, visibilidad de ensueños y tentadoras estaciones de descanso en las que la pereza se regocijan en buena compañía. Vándalos, princesas y fangoso suelo de apariencia cristalina, de agua digna de beber sin rechistar, sed calma, mente calma, mieles de un panal usurpado, hurtos del “buen hacer” risas de sirenas que suenan a canto, brisa que huele a tierra mojada de tormenta de verano. 

Y sentarse... ni de ráfagas de bienhechura ni de hilvanados  ribetes de mantel bordado por quien sólo sabe de la vida cómo hilvanar manteles...


Sedosa, plácida en sus finales, desaconsejada en emergencias; emerges.
Labrada sólo en comisuras, nociones de árboles caídos, sangrandose a hojas,
Invade los flancos eclipsados, en su carro rueda desavenida de fabricar derivas
sin celo en unos modales de un espacio que inmoderado vence; sólo a veces…