Adormilarse con los puesto en ese mismo instante en que la
otra opción es apegarse al glutinoso
revenir del futuro señalado, adoquinado perfecto y línea recta,
visibilidad de ensueños y tentadoras estaciones de descanso en las que la
pereza se regocijan en buena compañía. Vándalos, princesas y fangoso suelo de
apariencia cristalina, de agua digna de beber sin rechistar, sed calma, mente
calma, mieles de un panal usurpado, hurtos del “buen hacer” risas de sirenas
que suenan a canto, brisa que huele a tierra mojada de tormenta de verano.
Y
sentarse... ni de ráfagas de bienhechura ni de hilvanados ribetes de mantel bordado por
quien sólo sabe de la vida cómo hilvanar manteles...
Sedosa, plácida en sus finales, desaconsejada en emergencias;
emerges.
Labrada sólo en comisuras, nociones de árboles caídos, sangrandose
a hojas,
Invade los flancos eclipsados, en su carro rueda desavenida
de fabricar derivas
sin celo en unos modales de un espacio que inmoderado vence;
sólo a veces…