Eso que deberíamos de hacer, ese camino, peso, dolorosa llaga que nos recuerda que hace ya que nos distrajimos del camino entre vicios, vaguedades, absurdos y personas. Volver es la cuestión; a donde nos quieren y cuidan, a donde la tierra es fecunda y crecemos, y miramos nuestro paso y sentimos amor por todo y sobre todas las cosas.
El camino de vuelta al camino. La sinuosa danza de quitarse velos de sociedad, complejos, disfraces y deberes.
Eso es para mí la valentía. Cada huella con que rubricas tu paso, cada mirada cómplice, cada rato que regales sin nadas a cambio...; cada pasito más lejos del infierno, siempre hacia adelante.
Esta mano viviente, ahora cálida y capaz de asir con firmeza, si estuviese fría; Y en el glacial silencio de la tumba, hasta tal punto obsedería tus días y helaría tus noches soñantes, que tú desarías que tu propio corazón se secase, así en mis venas la roja vida podría fluír de nuevo, y tú, calmada en tu conciencia -mia mi mano, aquí está- Yo la tiendo hacia ti (John Keats)