Fe sin edades, sin derecho a la réplica, la súplica,
ni más olvidos, ni más saltos sin concierto al otro lado
en la valla. Antes de contar ni uno todo nace, renace,
vislumbra tras niebla con fuegos artificiales y el aire
puro viento de que tan mar vierten sal en ojos que cerrados
no pueden sino vivir con princesas, que habitan retinas inundadas
de nocturnidades, sin más movimiento que el ceñir de lo cálido,
y de vuelta de balcones que cerré de llaves con huellas;
dedos largos, días de nubes decayendo sobre mi cabeza
quedaron para todo eso de las promesas al pie de sol,
con los pies a cansarse en bancos robados a contrarrail
lunes, 16 de noviembre de 2009
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