lunes, 22 de febrero de 2010

Para ser ahorcado...

Pensar que lo último que quedó fue el olvido de los días que aún quedaban por ser muertos, en un cuarto con ventanas al mundo interior, al aire que no nos llagaba, perezoso se rendía a la levitación, al pasajero sueño que es la noche

Ahora pañuelos blancos rinden su estructura como estatuas antiguas de siglos, siglos que se hacen horas... No hay segundas oportunidades para cambiar últimas impresiones. Al marchar sin querer abandonar,la marcha aúna avenidas sin carriles. Sin saber a dónde ir con tanta vida en la mano... así que la guardé en los bolsillos que no tenía para que no se enfriase para cuando llegara el otoño, ramas desvestidas delante de tu ventana, indiscretas

Un nudo en el estómago, que sigue intentando digerir tanta estrella sin sueños, con más motivos que no perder el tiempo que me quede de averiguar; el tiempo en que la sombre hace duda, la duda oculta las nubes, la nubes te restan luz, y sin luz la oscuridad costruye nuevos días. Antes que recreen ojos ciegos, de las quien, como si fuera su último día de disfrute en el mundo, con sus pasadas de roscas en un mes arañan navajas oxidadas de la humedad, y de no usarse

La barbarie invasiona el todo de huecos de nada, neuronas que no crean lo que ven tus ojos y toquen tus dedos, sólo cierto si queman las uñas, que hoy mordidas, hieren pero no se clavan, afilando su puesto reservado en la piel, en calidad de herida que sin cerrarse, nos recuerda quién somos y de dónde venimos


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