viernes, 12 de marzo de 2010

Bajo la redonda sombra de pino

La mano en el vientre, otra lucha al por menor,
mirada alta, sin ver como se pierde la noche
la amenaza del calor bajo mantas de cobre
sus pespuntes aflorando resquicios olvidados

Hogazas servidas a la sombra de una llama
negro deseo, arden labios, cuerpos conmueven;
arduo el trabajar de la mente contra corriente
tras tormentas reaparecen los supervivientes
los otros tras lloros serán olvidados en inmensidades

Míseros mares, de alquitrán teñidos los ruegos
balidos por las ventanas, retoman hueco eco
hasta perder la cabeza en sus puentes
caerse hasta la muerte...


Nadie recordará qué fuimos
o qué pudimos llegar a valer
o qué valor nos gastamos en los años regalados





Alrededor de una mesa juegos mortales sin saber
lo peligroso del día menos pensado a la hora menos pensada
en el escondite más remoto jamás oculto
en cada dormitar con el mismo sueño pesado

Es el sueño que hoy tengo, mejor que desear
que si se cumple no sé bien qué pasa, no lo sé;
ni regaños, ni legañas, ni rayas que no sobrepasar
ni límites que no deben ser rotos
ni silencios que de tan puros no han de ser manchados

En su inmaculadilidad permanece el odio de saber
que el miedo campó a través de la conciencia

Todavía hoy rigen su ley sobre lunas de la miseria

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