Esta mano viviente, ahora cálida y capaz de asir con firmeza, si estuviese fría; Y en el glacial silencio de la tumba, hasta tal punto obsedería tus días y helaría tus noches soñantes, que tú desarías que tu propio corazón se secase, así en mis venas la roja vida podría fluír de nuevo, y tú, calmada en tu conciencia -mia mi mano, aquí está- Yo la tiendo hacia ti (John Keats)
Quien lleva esta luna en su frente me recuerda en sus comentarios a Sylvia Plath. Ojala no siga los pasos de aquella.
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