Si el miedo se viene al paseo ese de media tarde cuando cae
el sol y los naranjas se cuelan hasta mi cuello entre las hojas, y tu mano
tendida duele y no, y mi cabeza está y no, como siempre… Si se viene el corazón
se atenaza un poco como si se lo quisieran robar así con dedos invisibles de
caricias perdidas y palabras que nunca me dijeron; de esas que yo misma rara
vez descaro decir.
Entre cuatro paredes, entre dos cuerpos que adolecen faltas
graves contadas por mares a falta de dedos, mis pensamientos están avivados por
el aire que rodea el tuyo cuando te dejas los disfraces y has soltado ya los 7
males y sólo te dejas descansar vencida sobre sea lo que sea pero en grandes
dosis; cada cual tiene su y sus dosis.
Y me la paso en cobardías en cada rato de no estar contigo y de pasarlo
aquí conmigo y con este sentimiento de falta acuciante de aire para exhalar el
humo y con él las penurias del barro de pelea y la caía de párpados plomizos
del que es insomne por lujuria de por dentro. Y por fuera, pleno al 8 y a toda vela
destrozar a bandazos los fardos cenicientos que me acarician las manos, dolidas
de amontonar realidades.
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