En ti la vida sosiega el vino de los días; de esos de
bailando en la calle,
de ojos que por fin se miran al final de nuestros caminos
desencontrados.
Después de girar en mil curvas hacia el lado equivocado que
la curva decía;
después de sentirte futuro aquí dentro conmoviéndome miradas
de cauta.
Montañas y precipicios,
montones de nadas por los rincones;
en anarquías sin diván,
que ahora se arden los unos a los otros;
de uno en otro divagar,
y los hilos sesgando pensamientos.
Las tracas de inicio de fiesta también;
tantos y tan poco,
esa cálida sensación de manos y virtudes
y las faltas del incendio y evidencias de son en son;
de decirte tanto...
Las semillas, las piedras… a veces, nos sirven para adoquinar
el paso.
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