Qué pienso en esa piel,
con besos dados;
alardea sin error
que en mi sigue queriendo ser vacuo,
y festejo el sinfín,
la tierra de olor conocido,
sin titubeos
varios,
las perchas y los trinos,
tirados,
como trineos haciendo un camino,
asolado a cada intento
de sobrevivirle al frío,
a lo glacial que existe en no mirarse,
en no perderse;
qué pavor y qué bellezas,
menudo manto de anécdota,
cómo se para el corazón a veces,
a devolver la palabra como si tal cosa;