Cómo echar por la borda,
Cómo esos bordes biselados
se tornan arma,
y se arrojan
contra un ciego amanecer de marras;
y ahora los rojos se vuelven
de un lado,
y parece que amaina,
que muerase el cielo,
estrellado,
contra ese mar...
ese gozo de día muerto
cuando todo va de por dentro,
de encontrar lo no perdido
y perderse,
en los buenos y las malas,
en los verdes que anuncian
y en los besos más ciertos;
hasta ese cierto punto
en que los vientos arrasan,
secan,
inexplicable placer rozando
caras, pechos, ..., lo eterno
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