viernes, 14 de agosto de 2009

Tiempo de cosecha

Bebo de tintes helados del que se ve, del que no se siente casi nunca. Por no anclar una vida al pensamiento más que neurótico, no dejaré a su suerte mis pensamientos tristes, los rebocaré al inicio, al tiempo de lo incierto, de las posibilidades sin ley. Todo por saber, todo por vivir y descubrir sin más prisa que el tiempo














Agostada por abandono, la tarde reclama la vida robada en un descuido a las paredes de un maestro que ni enseña ni escarmienta. Túmbate, pálido en la cárcel de tu piel; sufre las rejas del verano, que se clavan sin peligro y sin más.

Ahora sin privativa danza de otras horas y con el tedio de otro lamento; que no quiere callar más que a modo tenebroso, sutil negro para sofocantes noches


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