Con el final del verano, término de efímeros como el calor de un abrazo o la mano tendida sin esperar nada a cambio; así llegan los primeros aires otoñales, sin nada en los bolsillos, supuesto universo de oportunidades para demasiados buscadores con ya pocas esperanzas de alcanzar su cachito de gloria.
Continuo en el juego, creo... con la mirada esperando no perderse a lo lejos, dónde no se distingue dónde acaba el cielo y dónde empiezan los hombres
jueves, 24 de septiembre de 2009
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