viernes, 18 de septiembre de 2009

Los secretos del punto R

Ahormo la mirada a los ojos del camino, y me pierdo de nuevo en él, en el mío me he ahuecado de lo inútil del existir, en blanco y negro pantallas llenas de color, pelos, ramas de roble, rompiendo el aire que separan trabajos de lo eterno y la nostalgia azul acompañando cafés tardíos en noches, días y meses muy tardíos

Tener la posibilidad de difamar nos hace más libres, creemos. Cuando las palabras sobran (no en el concepto romántico de la palabra), ya sean escritas o soltadas al aire, algo hay que hacer con ellas. Hay quien puede contrarrestar la sobreproducción ajena con silencios muy propios, bien está mientras no vayan acompañados de comportamientos bastante más… impropios no sería la palabra, creo. A medio camino de la vacilación es un punto estupendo para frenar y mirar el paisaje que deja la lluvia a su paso; colores que parecen animarse a cada gota, los grises profundos que cargan de exótica dignidad los edificios más ruinosos y noticias variopintas que ya no sabes cómo tomarte.

El viaje hacia el interior es, a menudo, confuso y complejo. Es tan fácil perderse por los senderos de la mente que te alejas; y es más difícil escuchar los sonidos importantes, los más bajitos.

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