miércoles, 30 de marzo de 2016

Olor de Medianoche

En torno a mis delirios insensatos,
entorno conmovido de verdades relatadas y bríos acicalados,
urdir batines de fiesta y pendientes de andar por casas,
por venturas e intentos de relucir,
de ser alguien en quizás… y así quizás…
Quizás alargue a la vida un acervo de confidencias;

o nos alargue la mano y nos ice, y nos mantenga vivos  esa amabilidad que no sabes ni cómo agradecer, y entonces no dices nada, o quieres decir algo y ese alguien se ha escapado entre tanta normalidad morbosa e incauta, que hay remedios que no los sirven en la farmacia, ni a pie de calle, ni de bar, ni de compañías extranjeras a mi entender, aunque emulen gestos, vividos y lenguas aforando una pista para acertar, o para aterrizar en tus terrazas donde subes o bajas los trastos fraguados en penumbra, en la quietud de los cuartos sin deserciones proyectadas, con la pureza de un aire angosto y empapado de irremediable ternura, irrespirable, perdiendo vigor a cada inspirar y aguantando al espirar ese cuento ajado de ausencias superadas.

Gritaría por saborear, por sentir el olor a medianoche en esta llovizna que quedó inmóvil trenzándose a mis dedos.







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