mechones por los suelos,
entre pasillos y aseos,
como miseros y alquitranados;
veleidoso asidero,
infames rutinas
de caí,
de corriendo por tus venas,
subir a cien,
y mientra la culpa...
lejos del río,
y sin rumor,
el cielo cambia su color,
y los ojos
se cambian de frío;
si la vida no nos quema,
que no se nos pase,
no se nos vele este ruido
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