Ese delirio y padecer, de a una tumba en cuero y remolinos de un pelo que de otoños no pierde hojas y el tiempo se destila. A tu cálculo arbitro parsimonias de callado mohín que se te sabe de intento imperecedero pero a la postre infame...
Baso, con esos extremos que estimo,
o estilo, menos tres,
ser más que un número,
ser nada menos que el exiguo pasajero,
hálito que renace
en la ceniza de un cigarro.
Quien me dijo al recreo,
deidades subrepticias
y otros milagros
de un mundo que parece acontecer,
y ser sabio ya no es.
No es ni opciones ni verdad.
Ni más que un levantarse de bruces
y no olvidar la tierra,
aflojar y manar
hasta la última gota,
hasta que ni sangre ni ríos,
ni receloso el anhelo,
de vivirte sin mí.
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