domingo, 15 de febrero de 2009

Comunidades

A esta ciudad a veces le sobra el nombre, inerte parece otras mil antes visitadas, nada que destacar. Absorbe el néctar de acostumbradas esquinas allí donde antiguos abandonos todavía guardan su mueca bien alta, esperando a ser superada únicamente; es cuestión de tiempo. Es mejor deambular sólo con la mano en la cara, bien puesta en horizontal, para esquivar los tiros a dar en la calle de al lado. Aunque ya no hay ruido allí; habrán echado el candado ahora que es de día, ahora que a nadie le importa lo que hay al lado, sea de libre acceso o no.

Hace poco lo encontré desdoblando aquella página que volveré a leer, adelante y atrás esquivando el fin. Esta vez puse ojos y oídos a disposición de la sombra pero sólo pude oler; será porque soy mucho de olores... Miré cabezas bajas, caras de preocupación, personas que sobraban, otras que se medían, otras muchas tragando serenidad a garganta abierta; de estos últimos pocos, ya se sabe... Mismos vagos olores. Últimamente, veo más personas que de costumbre llorando en plena calle.

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